domingo, 1 de marzo de 2009

Charles Darwin

El padre de la evolución


Charles Darwin: El padre de la evolución

“Una de las estupideces del fundamentalismo religioso occidental que persiste en siglo XXI es el creacionismo sustentado por mentes fanáticas, empecinadas en defender a pies y juntillas, como verdad inconmovible, la letra de la Biblia y, por lo tanto, en porfiar que la humanidad fue creada hace unos nueve mil años y que los primeros seres fueron Adán y Eva. Se aferran a las “revelaciones” del Génesis como dogma que escapa a toda revisión humana, soslayando las evidencias científicas no solo de la evolución de las especies, sino también de la existencia de fósiles que demuestran que en la tierra había vida hace decenas de miles de años. Mal leen la biblia, tomando como verdades científicas mitos cosmogónicos antiquísimos cuyo objeto fue fabular sabiduría y no llenar lagunas de conocimiento.

Es, por lo tanto natural que en este 2009, en el que se conmemoran a la vez, los 150 años de El origen de las especies, el libro que divulgó la teoría que sacudió al mundo, y los 200 años del nacimiento de su autor, el mundo entero, principalmente el anglosajón, le rinda un masivo homenaje a Darwin en los principales centros culturales. “

…” el impacto de su teoría articulada pacientemente tras prolongados y minuciosos estudios propios, tanto geológicos como biológicos a lo largo de todo el mundo, incluida la costa de nuestro Maldonado, fue medido en vida por Darwin en poco mas de sus dos primeras décadas, ya que, muerto 1882, sobrevivió veintitrés años a El origen de las especies.

La humanidad comenzó a vivir una nueva querella entre fe y ciencia…”
“Hacia 1930, beneficiado por la consolidación de las leyes Mendelianas de la herencia, la teoría de la evolución pareció imponerse definitivamente.”

Fragmento del articulo publicado por Tomas de Mattos en Caras y Caretas.

“Darwin, sabueso de la creación”

Darwin vs Dios

Charles Robert Darwin supo desde el principio que su Teoría de la Evolución iba a caer como una irreverente bomba sobre los dogmas establecidos de la fe cristiana. No es de extrañar, por lo tanto, que se pasara más de dos décadas dándole vueltas a lo que el filósofo Daniel Dennett bautizó como su «peligrosa idea», hasta que finalmente se atrevió a publicar 'El Origen de las Especies'.

Poco antes de que esta osada obra viera la luz, en una carta que escribió a su amigo Joseph Hooker, Darwin confesó que se sentía «como un hombre a punto de confesar un crimen». No era para menos. En la Inglaterra victoriana del siglo XIX, la idea de que todas las especies vivas —incluyendo el ser humano— no habían sido engendradas de un día para otro por la mano de Dios

, sino que habían evolucionado durante millones de años mediante un proceso de selección natural, suponía una insolente blasfemia.

Para comprender hasta qué punto Darwin era perfectamente consciente de la polémica que sus ideas iban a desencadenar, hay que tener en cuenta su propia trayectoria personal e intelectual. Al fin y al cabo, en su juventud el 'padre de la evolución' estudió teología en la Universidad de Cambridge con la intención de convertirse en sacerdote de la Iglesia Anglicana, y no cuestionaba la validez de la Biblia como fuente sagrada para explicar el origen del mundo. Sin embargo, a lo largo de los años,

y sobre todo tras la experiencia transformadora que vivió durante su aventura científica a bordo del Beagle, la fe de Darwin se fue erosionando ante el cúmulo de evidencias

que contradecían todas las verdades supuestamente

incuestionables del Libro del Génesis.

El creciente escepticismo del naturalista

frente a la religión se convirtió en una dolorosa fuente de

tensión con su devota esposa Emma, sobre todo desde que en 1849 dejó de ir a misa los domingos, y decidió dedicar el rato que su familia pasaba en la iglesia a pasear por el campo para seguir reflexionando sobre sus ideas.

Dos años después, la muerte de su adorada hija Annie, como consecuencia

de una tuberculosis que acabó con su vida a los 10 años, fue la puntilla que le hizo perder definitivamente la fe. Para Darwin, la crueldad y el

sufrimiento de un mundo donde él había comprobado cómo algunas avispas se alimentaban de los cuerpos vivos de los gusanos en la dura lucha por la supervivencia, o donde morían niños inocentes como su queridísima Annie, no parecían compatibles con la existencia de un Dios omnipotente que se preocupara por sus criaturas. Sin embargo, a pesar de todo, Darwin nunca quiso definirse públicamente como ateo, y dejó escrito que «el agnosticismo es una descripción más correcta de mi postura».

Como era de esperar, la publicación de 'El Origen de las Especies' en 1859 desató un escándalo descomunal en la sociedad británica, y Darwin tuvo que sufrir la humillación de ver su inconfundible rostro barbudo caricaturizado sobre el cuerpo de un mono. Al mismo tiempo, las autoridades eclesiásticas de la Iglesia Anglicana denunciaron que la Teoría de la Evolución constituía la visión más degradante del ser humano jamás concebida, y alguno incluso llegó a compararle con la serpiente del Jardín del Edén, por intentar pervertir a la sociedad británica con sus «ideas perversas».

A Darwin toda esta polémica no debió sorprenderle demasiado, ya que conocía de primera mano, dentro de su propio hogar, los conflictos religiosos que podían provocar sus teorías. Lo que sin duda le hubiera chocado mucho más es descubrir que 150 años después, las llamas de esta controversia todavía no se han apagado en el mundo del siglo XXI.

elmundo.es. por PABLO JÁUREGUI



El paso de la evolución después de Darwin... ¿hacia donde evolucionamos? ...¿a la autodestrucción como especie?

Do the evolution Pearl Jam

No hay comentarios: